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miércoles, 29 de mayo de 2013

Si hay alternativa


Desde hace muchos años, en IU hemos distinguido la alternancia de la alternativa política. El mecanismo de la alternancia en el gobierno ha fortalecido al bipartidismo desde el inicio de la llamada transición política. El bipartidismo ha sido impuesto y mantenido a través de reglas trucadas en el sistema democrático –financiación irregular de los partidos mayoritarios, una ley electoral injusta, control férreo de los principales medios de comunicación, reparto por cuotas de los órganos de gobierno del poder judicial…- pero, en estos momentos, está herido mortalmente y por primera vez desde 1977, son posibles, al unísono, la alternancia y la alternativa de gobierno. 

Estoy convencido de que el bipartidismo no es esencialmente un problema electoral o político, sino de profundo calado económico. El poder económico garantiza mejor la gestión de sus intereses estableciendo la pugna política y electoral exclusivamente sobre dos partidos hasta ahora mayoritarios que tienen el denominador común de la misma política económica en su núcleo básico, precisamente la que favorece la acumulación de capital a través de enormes beneficios de las grandes empresas, bancos y especuladores. Para tapar esta cuestión y que parezca lo que no es, establecen un juego bipartidista ruidoso, circense, forzado, asfixiante y artificial que está convirtiendo la política en una gran injusticia democrática que, además, es  contraria a la Constitución. Han decidido, descaradamente, que a una economía de mercado le debe corresponder una democracia de mercado y, al igual que en el mercado la competencia asegura siempre el triunfo del más poderoso, en el mercado electoral las reglas trucadas han garantizado, hasta ahora, la imposición del bipartidismo. El hecho emblemático más reciente de la coincidencia en lo esencial de la política económica del PP y PSOE ha sido la reforma rapidísima de la Constitución para priorizar el gasto de la deuda antes que los servicios públicos y las pensiones.

El bipartidismo vive de la difusión insistente de dos ideas: por un lado, que sólo es posible la alternancia, pero no la alternativa; por otro lado, que las directrices de la Unión Europea y del Fondo Monetario Internacional son incuestionables e incluso prevalecen sobre las decisiones democráticas adoptadas por España. Esto explica por qué Rajoy dice que le duelen mucho las medidas que adopta, reconoce su dureza y que no estaban incluidas en el programa con el que ganó las elecciones, pero considera que son inevitables. Algo así como el mensaje cristiano de la resignación consistente en que hay que sacrificarse ahora para ganar el cielo en la otra vida. La ausencia de alternativa es la negación de la ilusión para los de abajo. 

Pero, a pesar de todo, el núcleo básico de la política económica del bipartidismo ha fracasado estrepitosamente. Zapatero comenzó en mayo de 2010 con los recortes bajando el salario a los funcionarios, no revalorizando las pensiones… Tres años después, ahora con el PP, en España hay más paro, más corrupción, más fraude fiscal, pagamos intereses leoninos a especuladores extranjeros que hacen negocio con la deuda pública, tenemos salarios más bajos, menos protección al desempleo y más pobreza. Aquí está la razón última de que el bipartidismo se esté desmoronando definitivamente y ese fracaso es la primera condición para poner en pié la alternativa: el sistema bipartidista es identificado por la ciudadanía, cada vez más, como el causante de la corrupción y de la gestión económica que han traído paro, exclusión social y empobrecimiento de cientos de miles de personas. Lo verdaderamente nuevo es que ya muchas personas abrazan la esperanza de la alternativa, piensan que tiene que haber alternativa y que lo esencial en democracia es elegir entre proyectos distintos; es decir, se está acabando la resignación que durante muchos años ha paralizado la posibilidad de un cambio real.

La segunda condición para que la alternativa sea efectiva es dotarla de un contenido programático distinto, progresista, social, realizable a corto plazo e inscrito en una  perspectiva de cambio más profundo a medio y largo plazo. Las medidas alternativas  a corto plazo deben basarse en el estímulo del consumo y la inversión productiva, en un papel reforzado del sector público, incluida una banca pública como teníamos hace unos años (Argentaria, Banco Exterior de España, Banco de Comercio, Banco de Crédito Local…), y respaldar otra política en Europa distinta a la austeridad, que tanto daño está haciendo a millones de seres humanos, especialmente del sur de Europa. Es necesario también comenzar a crear las condiciones para el desarrollo de un nuevo modelo productivo, defender el derecho a la vivienda y a todos los servicios públicos, la exigibilidad de los derechos sociales que contiene la Constitución y elaborar un plan específico de lucha contra la pobreza y la exclusión social. Es necesario y posible, en fin, caminar decididamente hacia un Estado Federal que canalice las aspiraciones de autogobierno de las nacionalidades históricas, al mismo tiempo que garantice la igualdad y la solidaridad entre toda la ciudadanía del Estado.

¿Es posible esta alternativa desde el punto de vista económico y presupuestario? No sólo es posible, sino imprescindible para acabar con la senda de recortes, paro y pobreza. Para llevar a cabo esta política, son necesarias medidas fiscales y de lucha contra el fraude y la economía sumergida, es decir, aumentar los ingresos del Estado. Algunas de estas medidas pueden ser elevar al 35% el Impuesto de Sociedades para las empresas que obtengan al menos 1 millón de euros de beneficio; limitar el conjunto de las exenciones, ventajas, desgravaciones y otras facilidades fiscales a un máximo del 5% de la base imponible del Impuesto de Sociedades;  Desarrollar el Impuesto de Solidaridad sobre las Grandes Fortunas, que sustituya al actual Impuesto de Patrimonio; modificar la legislación sobre SICAV (sociedades de inversión de capital variable) y limitar el sistema de módulos para evitar que sean formas de eludir la progresividad fiscal; aplicar un impuesto a las transacciones financieras y elevar la fiscalidad para los productos de lujo; sumar los ingresos de trabajo y capital en la misma base imponible. También es necesario adoptar medidas con objetivos concretos para la reducción del déficit y la economía sumergida como reducción del fraude fiscal en un 10% en el año 2013 y un 20% en 2014 y 2015, lo que incrementaría la recaudación en 0,5 puntos de PIB en 2013 y un 1% en 2014 y 2015; afloramiento de un 10% de la economía sumergida en 2013, lo que incrementaría la recaudación en 0,6% del PIB, y del 20% en 2014 y 2015 con un incremento fiscal de 1,2 puntos de PIB cada año; adoptar medidas para aflorar en el consumo los billetes de 500 y 200 euros; combatir las operaciones financieras hacia y desde paraísos fiscales; modificar la legislación sobre SICAV y limitar el sistema de módulos para evitar que sean instrumentos para eludir la progresividad fiscal. En fin, éstos son sólo algunos ejemplos. 

La movilización sostenida en los últimos años en forma de mareas, huelgas generales, concentraciones, manifestaciones… con protagonismo creciente de cientos de miles de ciudadanos, sindicatos, movimientos sociales y fuerzas políticas de izquierda, nos hacen vislumbrar que es posible configurar un Bloque Social y Político Alternativo al bipartidismo capaz de ganar las elecciones. Decenas de encuestas electorales comienzan a señalar esta realidad, cada vez más compartida por quienes están sufriendo las consecuencias de la crisis del sistema capitalista y saben que tienen en sus manos la capacidad y la posibilidad de organizar la respuesta a corto plazo.
LUIS SEGURA/Coordinador provincial de IU y secretario provincial del PCA

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