Lunes, 22 de Abr de 2013.
Hace un par de meses asistí, en la fosa común del cementerio de
Úbeda, a un homenaje a las víctimas del fascismo, dentro de las II
Jornadas Memoria, Impunidad y Derechos Humanos convocadas por el Foro de
la Memoria y celebradas en Úbeda y Baeza. El frío de la mañana invernal
contrastaba con la ardiente paciencia, como diría Rimbaud, de quienes
nos reuníamos una vez más para reivindicar la memoria de nuestros
muertos, exigir justicia y reparación y, sobre todo, proyectar hacia el
futuro el caudal de lucha y de heroísmo que nos dejaron quienes
defendieron el gobierno republicano legítimamente constituido, frente a
un golpe de estado que sumió a España en una cruel dictadura de cuarenta
años.
Mirábamos al pasado para aprender de ellos, para saber de qué pasta
estaban hechos aquellos hombres y mujeres que el catorce de abril de
hace ochenta y dos años salieron a la calle y se sintieron protagonistas
de la Historia; para acercarnos a sus convicciones y a su compromiso
con la Constitución de mil novecientos treinta y uno que definía a
España como una República democrática de trabajadores de toda clase, que
se organiza en régimen de libertad y justicia; para comprender su
hambre de pan y cultura -“dadme medio pan y un libro”, diría Lorca-;
para calibrar las esperanzas de igualdad de las mujeres discriminadas
durante siglos y privadas de derechos; para imaginar la ilusión de los
jóvenes jornaleros sometidos al cacique de turno que ahora podrían
levantar la cabeza y luchar por su futuro… Porque aquella República, que
floreció como la primavera, era la esperanza de una vida mejor para las
clases populares y por eso no se rindieron cuando los grupos más
reaccionarias decidieron combatirla desde el mismo momento de su
proclamación y siguieron hostigándola hasta conseguir por la fuerza de
las armas lo que no podían conseguir democráticamente.
Lo que significaba la República para todos aquellos que la
defendieron, incluso con su vida, quedó sintetizado de forma magnífica
en la expresión de una de las personas que intervinieron en el
cementerio de Úbeda: la República es la fraternidad organizada. Porque,
efectivamente, fraternidad es compañerismo y confianza y ellos
compartieron y confiaron hasta ver plasmadas en la Constitución
Republicana muchas de las ideas que harían de España un país
democrático, en el que la riqueza estaría subordinada a los intereses de
la economía nacional, como recoge el artículo cuarenta y cuatro; en el
que el trabajo era una obligación social y contaba con la protección
jurídica necesaria, según el artículo cuarenta y seis; o el artículo
cuarenta y siete, que recogía la obligatoriedad y gratuidad de la
enseñanza primaria, así como el acceso sin discriminación económica a
todos los grados de enseñanza. Muchas de aquellas personas que habían
hecho posible la elaboración del texto constitucional supieron, con el
acontecer histórico, que no iban a poder disfrutar de aquellos derechos
por los que tanto habían luchado, pero no se rindieron; eran conscientes
de que la fraternidad trasciende las fronteras del espacio y del tiempo
y sabían que su testimonio de lealtad a unas ideas, de firmeza en sus
convicciones, de compromiso hasta las últimas consecuencias, sería el
legado para otras generaciones que volverían a sacar las banderas
republicanas otros catorce de abril y volverían a pedir justicia,
trabajo, igualdad y derechos sociales.
Durante muchos años, desde la Transición democrática, la ideología
dominante en España ha tratado de imponer la ilusión de una monarquía
aceptada y aceptable y de borrar nuestro pasado republicano; pero no se
puede olvidar ni inventar la Historia y la actual democracia es la
continuidad legítima del periodo democrático de la Segunda República y
no de la dictadura franquista, impuesta tras un golpe de estado. Luchar
hoy por la Tercera República es un deber moral con quienes lucharon por
un mundo más justo y más libre; reivindicamos su memoria pero, sobre
todo, mantenemos vivos sus ideales porque hoy, catorce de abril, los
nietos y nietas de aquellas personas que aunaban como pocas la
heroicidad y la sencillez, seguimos luchando por organizar la
fraternidad bajo la bandera republicana.
ANA MORENO SORIANO